Por Luis Martínez Alcántara
El 28 de abril a las 12:33 de la tarde un apagón masivo dejó sin electricidad a casi toda la península ibérica, afectando a más de 60 millones de personas en España y Portugal. En apenas cinco segundos, se perdieron 15 gigavatios de potencia, equivalentes al 60% del consumo eléctrico español en ese momento, según informó el presidente Pedro Sánchez. El corte también impactó regiones del sur de Francia y Andorra, convirtiéndose en uno de los mayores apagones en la historia reciente de Europa.
El colapso eléctrico paralizó servicios esenciales: trenes y metros se detuvieron, semáforos dejaron de funcionar, hospitales recurrieron a generadores y las comunicaciones móviles e internet se interrumpieron. En Madrid, miles de personas quedaron atrapadas en ascensores y el aeropuerto de Barajas operó con capacidad reducida. En Portugal, el transporte público y las telecomunicaciones también se vieron gravemente afectados.
Las causas del apagón siguen siendo un enigma. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) descartó fenómenos meteorológicos inusuales y Red Eléctrica de España (REE) señaló una “oscilación fuerte del flujo de potencia” en el sistema eléctrico europeo como posible origen. Se han descartado preliminarmente hipótesis como ciberataques, errores humanos o fenómenos meteorológicos extremos.
La recuperación del suministro eléctrico comenzó alrededor de las 17:00 horas del mismo día y se completó en su mayoría para las 7:00 de la mañana del 29 de abril. Sin embargo, el impacto fue significativo: se reportaron al menos cinco fallecimientos en España relacionados con el apagón, incluyendo casos por inhalación de monóxido de carbono y fallos en equipos médicos. Además, se suspendieron actividades educativas en varias comunidades autónomas.
Las autoridades han activado investigaciones para esclarecer las causas y evitar futuros incidentes similares. La Comisión Europea anunció la elaboración de un informe independiente sobre el incidente, con una primera versión técnica prevista en seis meses y un informe final antes de septiembre de 2026. Mientras tanto, la población y los expertos siguen esperando respuestas sobre este misterioso apagón que evidenció la vulnerabilidad de las infraestructuras eléctricas en Europa.